Concretos y exhaustos.
Diálogos apagados en el incendio
y con ellos los infiernos que los convocaron.
Evoco una pausa comedida,
me ciño a los trabajos de amor
perdidos
y cuento los días que faltan para irme
como antes contaba los días que faltaban
para vernos.
Vernos debería haber sido el motivo;
hacer crecer los lirios hasta la extenuación
creer en la mitología original y no
en el pseudo anagrama:
ardientemente nunca casó
nosotros.
La marea crece, la luna ejecuta su sístole
"Y si digo tu nombre ahora, estaré admitiendo el designio" Lo que existe.
martes, mayo 14, 2019
domingo, diciembre 24, 2017
Nueva entrada
Allá por febrero aspiro a la convención
si en la solitud me permito la alegría de intentarlo.
Pasarán los meses que ya han pasado
en un ciclo insólito por previsto.
Y con poder decir que las palabras, siguen
dándole juego a un rumor que se alimenta
de la sintaxis de la ausencia
tanto como de la analogía de tu voz
sobre la que imagino fue palabra.
Proyecto sobre plano...
si en la solitud me permito la alegría de intentarlo.
Pasarán los meses que ya han pasado
en un ciclo insólito por previsto.
Y con poder decir que las palabras, siguen
dándole juego a un rumor que se alimenta
de la sintaxis de la ausencia
tanto como de la analogía de tu voz
sobre la que imagino fue palabra.
Proyecto sobre plano...
lunes, agosto 15, 2016
sábado, agosto 13, 2016
Decía Lao Tsé que la locura sólo es un tránsito de la verdad, Confucio respondió;
"no sólo el tránsito, también el inicio de la vida es". Yo jamás leí pensamiento oriental, de hecho he inventado las citas.
Esta noche mis dedos te buscarán, mi vida tiembla en tus dedos o más bien la locura es el argumento que inventamos para temblar juntos.
Tú y yo nos parecemos en que una sonrisa mueve el mundo en la soledad de sabernos siempre rodeados de gente.
He trazado un plan: consiste en abordarte cada vez, ante eso solo cabe tu presencia y la renuncia.
De modo que esto que escribo no pertenece al género indisoluble de la poesía, tampoco al displicente de la presencia.
"no sólo el tránsito, también el inicio de la vida es". Yo jamás leí pensamiento oriental, de hecho he inventado las citas.
Esta noche mis dedos te buscarán, mi vida tiembla en tus dedos o más bien la locura es el argumento que inventamos para temblar juntos.
Tú y yo nos parecemos en que una sonrisa mueve el mundo en la soledad de sabernos siempre rodeados de gente.
He trazado un plan: consiste en abordarte cada vez, ante eso solo cabe tu presencia y la renuncia.
De modo que esto que escribo no pertenece al género indisoluble de la poesía, tampoco al displicente de la presencia.
El comienzo
Repasado ex profeso
desde el principio hasta aquí
la única cualidad del tiempo
es limitativa
No más secretos
no más verdades
no más inercias
Y en el silencio
la contemplación del tiempo
que ha sido
fiel testigo
lunes, junio 15, 2015
domingo, junio 07, 2015
El tiempo borra lugares que la memoria convierte en pasados.
Paseo por Cádiz buscando un banco extraviado de San José donde crecí de repente dos años de un beso para otro. Ese lugar no existe, pero sé que estuvimos allí. El cómo no importa demasiado.
Recuerdos pasados de cruzar el puente de San Severiano hacia el otrora Cádiz del otro lado de las vías del tren, sintiendo el temor infundado en barrios antaño mal llamados "peligrosos" como Trille, la Barriada y sobre todo El Cerro del Moro. Lugares habitados por mitos -hoy de pacotilla- como "El Pekitas", "El Puitas" o el "Peito", que yo no sé si existían, sólo el precio a pagar por su presencia de Caronte; 5 duros o 100 pesetas, ¿o quieres que te las quite yo?
Sé también de lugares que deberían existir para siempre, las últimas películas en los cines;
"Salvar al Soldado Ryan" en primera fila con el cuello doblado en el Cine Avenida, ver por segunda vez "Titanic" con palomitas en los cines de Muñoz Arenillas -cuyo nombre mi memoria no ha registrado-, y por supuesto esa maravillosa cinta de "El Cuervo" en los Cines del Campo del Sur -o "Mi Chica 2"- y "La Vida es Bella" en el cine de verano de Brunete. Luego abrieron el Palillero y pareció que el progreso era aquello.
Recuerdos también de ir a comprar al Hiper Cádiz de la Zona Franca, o de cuando llamábamos Pryca al Carrefour de Bahía Sur -tremendo acontecimiento aquel nuevo centro comercial-. Y sobre todo el Simago -haced la rima- frente al Mercado Central de Abastos. Tiempos de cambio, hasta quiero soñar con recordar que hubo un Galerías Preciados en la calle que va del Ayuntamiento hasta Catedral. No prometo que esto no sea un error de conexión sináptica-neuronal a la amígdala.
Y el primer botellón de Negrita con Cola en las Murallas de San Carlos con los amigos, y luego continuar en la Plaza de España y los mayores en el Albanta.
El Woodstock del centro, La Jarra en el paseo marítimo, el Metropol y las fiestas del instituto, yo nunca llegué a Las Pérgolas, tampoco puedo hablar del apogeo de La Punta de San Felipe... Y la Velada de los Ángeles en el ahora nuevo Parking de Santa Bárbara.
Sí recuerdo los partidos los sábados por la mañana en Avante o Tracaplaya, mirar la marea en el Diario de Cádiz durante la semana y rezar porque se congregaran 20 tíos dispuestos a correr a las 10-11 de la mañana. A veces era un 5 para 6 en un campito pequeño en la escalera de caracol. Y saltar la valla para jugar en Telegrafía sin hilos -ahora les han puesto un techado, tes qui yaaaa Juann- saltar pabajo en Campohondo, saltar parriba en Cortadura, pagar muy caro en fútbol 11 nocturno en el Bahía Sur -o colarnos sin billete en el tren en la estación al sol de Segunda Aguada-, y ganar campeonatos en campos de arena sin líneas de los Cuarteles de Varela, soñando con viajar del Cádiz al Madrid o al Barça, pasando por "Los Rosales". Por no hablar de ese odio a las pistas del fondo en Salesianos, donde meter la pierna era más un ejercicio de idiotas -porque caerse era el dolor- que de héroes. Y los Pescaitos. Y jugar al fútbol en el barrio, cuando no había carteles de "Prohibidos los juegos de pelota". Y podíamos tocar los cojones a partir de las 5 de la tarde. Por la siesta.
Tiempos en los que ir a Puntales era ir al fin del mundo. En los que Sevilla estaba taaaan lejos y Jerez, también.
Tiempos en los que los pinos silvestres llegaban hasta la playa de La Barrosa, y tiempos en los que tú nunca tendrías -ni querrías tener- un chalet en Roche. Porque acercarse a Bahía Blanca... era un estigma.
Pero sí una casita en los Caños de Meca.
Tiempos de la EGB y de Astilleros en auge. Tiempos de un Cádiz que prometía tiempos felices y progreso. Pero el progreso fue aquello: enamorarnos, sentirnos felices y creer -algunos- que seguiríamos aquí a pesar del Levante y a pesar del tiempo.
El tiempo borra lugares, borra recuerdos, y puede que borre personas también.
Nos queda la memoria y...
Continuar
Paseo por Cádiz buscando un banco extraviado de San José donde crecí de repente dos años de un beso para otro. Ese lugar no existe, pero sé que estuvimos allí. El cómo no importa demasiado.
Recuerdos pasados de cruzar el puente de San Severiano hacia el otrora Cádiz del otro lado de las vías del tren, sintiendo el temor infundado en barrios antaño mal llamados "peligrosos" como Trille, la Barriada y sobre todo El Cerro del Moro. Lugares habitados por mitos -hoy de pacotilla- como "El Pekitas", "El Puitas" o el "Peito", que yo no sé si existían, sólo el precio a pagar por su presencia de Caronte; 5 duros o 100 pesetas, ¿o quieres que te las quite yo?
Sé también de lugares que deberían existir para siempre, las últimas películas en los cines;
"Salvar al Soldado Ryan" en primera fila con el cuello doblado en el Cine Avenida, ver por segunda vez "Titanic" con palomitas en los cines de Muñoz Arenillas -cuyo nombre mi memoria no ha registrado-, y por supuesto esa maravillosa cinta de "El Cuervo" en los Cines del Campo del Sur -o "Mi Chica 2"- y "La Vida es Bella" en el cine de verano de Brunete. Luego abrieron el Palillero y pareció que el progreso era aquello.
Recuerdos también de ir a comprar al Hiper Cádiz de la Zona Franca, o de cuando llamábamos Pryca al Carrefour de Bahía Sur -tremendo acontecimiento aquel nuevo centro comercial-. Y sobre todo el Simago -haced la rima- frente al Mercado Central de Abastos. Tiempos de cambio, hasta quiero soñar con recordar que hubo un Galerías Preciados en la calle que va del Ayuntamiento hasta Catedral. No prometo que esto no sea un error de conexión sináptica-neuronal a la amígdala.
Y el primer botellón de Negrita con Cola en las Murallas de San Carlos con los amigos, y luego continuar en la Plaza de España y los mayores en el Albanta.
El Woodstock del centro, La Jarra en el paseo marítimo, el Metropol y las fiestas del instituto, yo nunca llegué a Las Pérgolas, tampoco puedo hablar del apogeo de La Punta de San Felipe... Y la Velada de los Ángeles en el ahora nuevo Parking de Santa Bárbara.
Sí recuerdo los partidos los sábados por la mañana en Avante o Tracaplaya, mirar la marea en el Diario de Cádiz durante la semana y rezar porque se congregaran 20 tíos dispuestos a correr a las 10-11 de la mañana. A veces era un 5 para 6 en un campito pequeño en la escalera de caracol. Y saltar la valla para jugar en Telegrafía sin hilos -ahora les han puesto un techado, tes qui yaaaa Juann- saltar pabajo en Campohondo, saltar parriba en Cortadura, pagar muy caro en fútbol 11 nocturno en el Bahía Sur -o colarnos sin billete en el tren en la estación al sol de Segunda Aguada-, y ganar campeonatos en campos de arena sin líneas de los Cuarteles de Varela, soñando con viajar del Cádiz al Madrid o al Barça, pasando por "Los Rosales". Por no hablar de ese odio a las pistas del fondo en Salesianos, donde meter la pierna era más un ejercicio de idiotas -porque caerse era el dolor- que de héroes. Y los Pescaitos. Y jugar al fútbol en el barrio, cuando no había carteles de "Prohibidos los juegos de pelota". Y podíamos tocar los cojones a partir de las 5 de la tarde. Por la siesta.
Tiempos en los que ir a Puntales era ir al fin del mundo. En los que Sevilla estaba taaaan lejos y Jerez, también.
Tiempos en los que los pinos silvestres llegaban hasta la playa de La Barrosa, y tiempos en los que tú nunca tendrías -ni querrías tener- un chalet en Roche. Porque acercarse a Bahía Blanca... era un estigma.
Pero sí una casita en los Caños de Meca.
Tiempos de la EGB y de Astilleros en auge. Tiempos de un Cádiz que prometía tiempos felices y progreso. Pero el progreso fue aquello: enamorarnos, sentirnos felices y creer -algunos- que seguiríamos aquí a pesar del Levante y a pesar del tiempo.
El tiempo borra lugares, borra recuerdos, y puede que borre personas también.
Nos queda la memoria y...
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lunes, octubre 20, 2014
Sabía que no podría con la franqueza
Ni con la duda de por qué ahora?
Ha pasado mucho tiempo y...
por qué no ahora
ha pasado mucho tiempo y quería reconocer el pasado
Que no incitara al silencio
otra década peligrosa
Sabrías que dos realidades convergentes
negocian el tiempo
si haberlo buscado no hubiera sido
inherente a toda la fragilidad
Que no incitara al silencio
otra década peligrosa
Sabrías que dos realidades convergentes
negocian el tiempo
si haberlo buscado no hubiera sido
inherente a toda la fragilidad
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